Argentina campeón del mundo – El conjunto albiceleste se consagró campeón mundial por tercera vez en la historia, con un técnico que tuvo su primera experiencia al frente de un plantel y con Lionel Messi, que ratificó no solo ser el máximo líder sino un referente para las nuevas generaciones.
Por Santiago Durante (Argentina)
No estaba de acuerdo con la designación de Lionel Scaloni como director técnico de Argentina, cuatro años atrás. Me parece importante comenzar estas líneas siendo honesto conmigo y con el lector. Habiendo trabajado cerca de la Selección Nacional durante casi 10 años y habiendo sido testigo de la calidad del trabajo de hombres como Marcelo Bielsa, José Pekerman, Hugo Tocalli y muchos de sus propios colaboradores me parecía que la opción de un entrenador sin experiencia y de corta edad sonaba más a una improvisación que a una idea de proyección.
Pido disculpas por esta autorreferencialidad, pero es justo partir desde ese lugar, compartido entonces por muchos argentinos, cuando todavía nos seguíamos lamentando que el mejor jugador del mundo no lograba demostrar todo su potencial en un mundial. Ese descreimiento frente al nuevo mando de la Selección, quizás se equilibraba con la siempre presente esperanza de que el fútbol, alguna vez, debía ser justo con Lionel Messi.
Y fue precisamente el buen semblante del capitán, tantas veces denostado ferozmente, el que permitió prestar atención mientras avanzaban las eliminatorias e ir más allá de cualquier mirada y juicio apresurado.
La perspectiva siguió cambiando gracias a la escucha de jóvenes compañeros de trabajo, quienes en sinceros almuerzos cotidianos transmitían su “devoción” por la Scaloneta (la denominación adoptada por el equipo en referencia a su entrenador). El interrogante inicial sobre la capacidad del técnico (sigo considerando que era válido porque nadie la conocía en acto) se fue transformando en otra pregunta: ¿Por qué no?
El fervor y la identificación sobre todo de las nuevas generaciones pusieron en jaque una antigua concepción sobre este deporte que genera tantas pasiones en todo el mundo. Crecido inmerso en viejas antinomias –de las cuales el ejemplo argentino más contundente es Menotti-Bilardo, con la significación que cada apellido tiene gracias a las Copas conseguidas en 1978 y 1986–, me daba cuenta que estos jóvenes interlocutores estaban más allá de esas dicotomías. Había gustos y preferencias, claro, pero sus argumentos estaban por encima de permanecer aferrados a una forma de sentir, de jugar y de disfrutar el fútbol. Y aún más, el típico comentario de “si siempre se hizo así” (por las características que históricamente debían tener los técnicos de la Selección) también quedó rápidamente invalidado.
Antes incluso de la obtención de la esquiva Copa América en 2021 la sensación ya era de conquista. Ese grupo conformado por el “inexperto” técnico ya había generado una simbiosis con el público como el que no se veía desde los tiempos de Bielsa, antes del frustrante Mundial de 2002. Y a medida que la Scaloneta avanzaba en la reciente cita en Catar, el hasta hace pocos días viral #ElijoCreer tenía que ver más con hechos concretos dentro del campo de juego que con supersticiones varias.
Horas después de haber sumado la tercera estrella en el escudo, la gente salió a las calles como nunca para celebrar semejante alegría, y las dimensiones superlativas que alcanzará este acontecimiento las conoceremos con el correr del tiempo.
No obstante, hay otros triunfos que vale la pena resaltar. Scaloni logró que a esta Selección nadie pueda etiquetarla o atribuirla a la “escuela” de Menotti, Bilardo, Bielsa, Pekerman, Sabella o cualquier otro ex entrenador del combinado nacional. Nos hizo salir de los vetustos encasillamientos, ya sea por la versatilidad del equipo para afrontar los partidos como por el vínculo “emocional” con cada uno de los apellidos precedentes. De hecho, hasta se podría decir que el joven entrenador tiene algo de todos: fue elegido y defendido en el cargo por el técnico campeón en 1978, actual director de Selecciones Nacionales de la AFA; es un agradecido al club donde debutó profesionalmente, Estudiantes, justamente donde el técnico campeón en 1986 es un prócer; nació en la “cuna futbolística” de Newell’s Old Boys, íntimamente ligada al entrenador rosarino que al día de hoy cosecha amores y odios, después de la eliminación en primera ronda de Corea-Japón 2022; reconoce y agradece los valores que transmitió a la Selección el entrenador subcampeón en Brasil 2014, ya fallecido; y aprendió (al igual que sus compañeros del cuerpo técnico, Pablo Aimar y Walter Samuel) lo que significa el espíritu de Selección, además de ser campeón mundial Sub-20, de la mano del más exitoso entrenador de los combinados juveniles nacionales y entrenador de la Selección Mayo en Alemania 2006.
Y consiguió quizás el logro que no solo los argentinos deseábamos, sino también buena parte del mundo: verlo feliz a Messi en la Selección. El crack rosarino disfrutó de todo el mundial. Lo decía, lo demostraba y lo transmitía a sus compañeros. Un estado de ánimo que se reflejó en el desempeño personal y colectivo y que contagió a todo un país.
Lo que generó esta Selección, de la mano de Messi, Scaloni y compañía seguramente aún no lo dimensionamos. Pero la perseverancia, la humildad, el trabajo en equipo y el valor de recomenzar, reinventarse y volver a intentar después de los tropiezos ya están impregnados en las nuevas generaciones. Jóvenes que entienden el valor de la historia y de quienes forjaron la grandeza del fútbol argentino, con Diego Armando Maradona a la cabeza. Pero también miran hacia adelante. Porque fueron testigos de que puede haber otra manera de hacer las cosas. La Scaloneta los marcó para siempre y adoptaron a Lionel Andrés Messi como el nuevo referente futbolístico para la eternidad. Incluso más de uno se anima a tomarlos como ejemplo y que este proceso sea una enseñanza que podamos aplicar en distintos ámbitos de nuestra vida personal, social y política. ¿Por qué no? •
A mas de un mes, el comentario ademas de acercarse a lo que pienso y siento, va ratificando ciertas verdades. La unidad y la individualidad. Los conceptos con aporte nombre propios, peso especifico futbolistico si los hay. ( Menotti, Bilardo, Bielsa, Pekerman, Sabella ) se licuan en los ultimos 50 años del futbol argentino. Y salió Scaloni, ( la individualidad ) y la Unidad ( con sólidos aportes de Aimar, Samuel, Ayala). Estaban informados, pero como diria el Sr. Juan Pablo Varky, cualquiera puede estar informado, hay que estar formado conceptualmente. El grupo táctico improviso variantes sobre el camino de los 7 partidos. Lo mas dificil, aprobó en el dicernimiento de lo veloz que puede ser un partido de ganado a perdido y viceversa. Gracias por una gran Alegria colectiva en un momento de Argentina urgente.
hermosa y acertadisima reflexion sobre este la selecciòn argentina. Si, porque como dejas entreveer va mas allà del campeonato y el triunfo del mundial, fue y sigue siendo un esperanzador proceso. Gracias por este inteligente y sensible analisis.